jueves, 30 de abril de 2009

buenas noches

Paseando por la Gran Vía en una noche ventosa y fresca de primavera, se sentía cansado y tranquilo. Escuchaba la retahíla de quejas y reclamaciones del que caminaba a su lado, señalando todo lo que no tenía esplendor, convirtiendo lo anodino en feo y lo feo en monstruoso. Y recordó aquella frase de Hume de que la belleza de las cosas existe en el espíritu del que las contempla.

Así, pasando por Telefónica, se separó un poco más de él. Ya no sintió más ganas de acercarse y cuanto más se alejaba y menos atención prestaba a esa lista de defectos que los rodeaban, más se recrudecían los juicios del otro que alzaba la voz y agitaba los brazos en un deseo inconsciente de llamar la atención. Ya no era posible.

Dentro de sí comenzó a escuchar un silbido acompasado y agradable y, de repente, el paisaje urbano, el viento y el compañero se convirtieron en el escenario de rodaje de una película muda de Lars von Trier.

Y llegando al Metro de Callao le dijo adiós. Apenas bajó dos escalones y escuchó: “ves, ya te has enfadao”. Volvió la cabeza sorprendido y con naturalidad dijo: “no, que va, hasta mañana”. Mientras caminaba por los pasillos, primero amarillos y luego verdes, del Metro se dio cuenta de que su energía no le llegaba de la relación con él, ni con los demás. Para su asombro, venía de su interior y pensó que quizá esto lo ponía a resguardo de inconvenientes cambios en su estado de ánimo.

Al salir del Metro buscó la Luna en el cielo y la sintió hermana del Sol, a quien se dirige para recibir su luz. Pensó entonces que la verdadera influencia sobre los demás solo es posible cuando se basa en una verdadera fuerza interior, que no necesita de palabras ni de ningún mensajero. Se transmite sola.

jueves, 23 de abril de 2009

aurum

En lo alto de la cumbre, los elementos son. No saben de clemencia, que es una calidad humana.

Llorando por la despedida, después de tantos años juntos, dejo ir al pusilánime.

Agarro mi poder y sigo mi camino. Enjugo mis lágrimas.

Y aquí la banda sonora

miércoles, 22 de abril de 2009

el naranjo amargo

En el primero me cruzo con una chica rubia de pelo corto y gafas negras que le tapan media cara. Acaba de perfumarse. Desde el segundo la escalera huele a nerolí, es suave, rico y misterioso.

El señor Vicente casi se golpea la tripa con el dintel de la puerta al tratar de esconderse de mí. Yo hago como que no lo veo. Tampoco me doy cuenta de que ha devuelto algunos billetes al bolsillo.

Llego a casa con mi perro y una bolsa repleta de botes de homeopatía. No sospecho que esa noche tendré una pesadilla.

lunes, 20 de abril de 2009

望子成龍


A Miguel Bosé no le gusta perder el tiempo de modo que, ya que tenía que venir a mi casa, se organizó bien y primero se citó con Manolo, después conmigo. Bueno, no estoy seguro que fuese así. Parece que estuvo con Manolo y con sus amigos en un centro comercial planeando una noche de discoteca y supongo que, estando con él, fue cuando se enteró de que yo estaba haciendo unas pruebas de selección para una obra de teatro que iba a dirigir en Semana Santa.

Miguel bajó las escaleras y lo vi un momento para hacerle la prueba y ver si encajaba. Ya me lo advirtieron, que sí, que sus pies eran los que yo buscaba. Era cierto, parecían los pies del David de Miguel Ángel. Además, al descalzarse y bajarse los pantalones comprobé que tenía un culo estupendo para su edad.

En la obra de teatro iba a participar mi madre, que de un papel simbólico pasó a una protagonista absoluta; en fin, los grandes amores entrañan un gran riesgo. Y así fue que todo se complicaba cada vez más y decidí salir a comer.

Una vez afuera me di cuenta que estaba en un parque de atracciones o un parque temático, no sé bien. Caminé a través de un mercado callejero donde uno de los puestos llamó poderosamente mi atención. Una señora china vendía enjambres de hormigas que a puñados, colocaba sobre unas telas dispuestas a modo de exposición. Las hormigas, de tan pequeñas, imperceptibles, hacían un maravilloso trabajo sobre la tela convirtiendo un simple paño en unos brocados sublimes.

Asombrado, seguí mi camino hasta la estación, donde algunas personas hacían cola para subirse a unos trenes de fantasía, como dragones chinos de colores muy vivos. Y me advirtieron que los tres trenes pasan por la pizzería pero cada uno hace un camino diferente y es muy aconsejable no subirse a tontas y a locas, sino saber bien cuál es tu camino. Entonces dudé, y con la duda me sentí temeroso. Decidí arriesgar y me subí a uno de ellos, recordando que, a veces, no conseguir lo que quiero supone un maravilloso golpe de suerte.

Si iba a perder algo, que no fuera una lección.

El dragón chino es una criatura mitológica china que simboliza el poder espiritual supremo, el poder terrenal y celestial, el conocimiento y la fuerza, y por lo tanto es benévolo. Ha sido, desde la antigüedad, un potente símbolo del poder, la personificación del yang (masculino) y está relacionado con el tiempo próspero.