domingo, 16 de diciembre de 2007

conexión

Anoche cuando salí de allí, caminé abajo la calle Princesa mirando la gente. Sentía un amor que me desbordaba. Unas horas antes había llorado de rabia, después de esa explosión, vino la paz, la comprensión, el cuidado y finalmente el amor.

Las lágrimas se perseguían unas a otras por alcanzar antes mi cuello. El aire me hinchaba los pulmones y sentí cuánta vida me regalaban. Todo quiere ser amado, lo sentí así en lo más profundo de mí.

Llegué después a mi cama conmocionado, y soñé esto:

Era una casa inmensa y generosa, llena de gente feliz y habitaciones para todos. Allí estaba toda mi familia, incluso primos que casi ni conozco. Yo con un espíritu festivo recorría las habitaciones invitándoles a cantar.

Entonábamos de maravilla, todos al unísono: "Triniá, mi Triniá, la de la Puerta Real, carita de nazarena, con la Virgen Macarena yo te tengo compará; algo tu vida envenena, qué tienes en la mirá que no me pareces buena, Triniá, mi Trini, ay... mi Triniá"

Y en uno de los trinos, me desperté.

Volví hoy a trabajar con el grupo. Un día maravilloso, lleno de amor y de paz.

Y ahora al llegar a casa me he quedado perplejo leyendo el sueño de Guilherme.

jueves, 13 de diciembre de 2007

cuatro esquinitas

Una persona sana debe vivenciar cuatro tipos de explosiones: rabia, alegría, pena y orgasmo. Son energías que revientan relacionándose con lo auténtico de una persona. De otro modo se torna imposible sentir, participar y comprometerse emocionalmente, o queda falseado.

Una vez que se viven esos estados explosivos la persona auténtica emerge.

Sí, esto está escrito para tí, el de los dragones y los ave fénix.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿sueñas o te embruteces?

El sueño es, sin duda, el tipo más profundo de pensamiento creativo.

Una de las razones de la enfermedad de la civilización occidental moderna es que nos hemos despojado o hemos frustrado el desarrollo de nuestra capacidad de pensar, y de soñar, que no deja de ser lo mismo pero con otros códigos. Así, en Occidente, el pensamiento que realizamos cuando dormimos comúnmente se estanca en un nivel confuso, infantil y psicótico debido a que no respondemos ante los sueños otorgándoles importancia social, y a que no incluimos la actividad onírica en el proceso educativo.

El hombre civilizado presta muy poca atención mientras duerme al pensamiento que puede desenvolverse en sus sueños. La negación social de la cara más libre de este proceso creativo me parece que empobrece la educación.

Los sueños reveladores de conciencia, de magníficos acontecimientos, portadores de malos augurios, vehículo de comunicación de los dioses, han estado desde siempre vinculados a todas la religiones y las culturas desde tiempo remotos. Sin embargo, no deja de ser descorazonador que en nuestra cultura occidental, y fuera de los círculos psicoterapéuticos, se de escasa importancia a la fantasía, la intuición y los sueños. La educación, demasiado racional y más preocupada en la recopilación de datos, ignora estos aspectos de la persona que se van olvidando y debilitando.

Solamente cuando los niños tienen pesadillas los padres escuchan con interés, del mismo modo que hacemos con el cuerpo, al que solo atendemos cuando molesta. Y es raro que los niños hablen entre ellos de sus sueños. Los mantienen ocultos como una parte desconocida de su vida.