miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿sueñas o te embruteces?

El sueño es, sin duda, el tipo más profundo de pensamiento creativo.

Una de las razones de la enfermedad de la civilización occidental moderna es que nos hemos despojado o hemos frustrado el desarrollo de nuestra capacidad de pensar, y de soñar, que no deja de ser lo mismo pero con otros códigos. Así, en Occidente, el pensamiento que realizamos cuando dormimos comúnmente se estanca en un nivel confuso, infantil y psicótico debido a que no respondemos ante los sueños otorgándoles importancia social, y a que no incluimos la actividad onírica en el proceso educativo.

El hombre civilizado presta muy poca atención mientras duerme al pensamiento que puede desenvolverse en sus sueños. La negación social de la cara más libre de este proceso creativo me parece que empobrece la educación.

Los sueños reveladores de conciencia, de magníficos acontecimientos, portadores de malos augurios, vehículo de comunicación de los dioses, han estado desde siempre vinculados a todas la religiones y las culturas desde tiempo remotos. Sin embargo, no deja de ser descorazonador que en nuestra cultura occidental, y fuera de los círculos psicoterapéuticos, se de escasa importancia a la fantasía, la intuición y los sueños. La educación, demasiado racional y más preocupada en la recopilación de datos, ignora estos aspectos de la persona que se van olvidando y debilitando.

Solamente cuando los niños tienen pesadillas los padres escuchan con interés, del mismo modo que hacemos con el cuerpo, al que solo atendemos cuando molesta. Y es raro que los niños hablen entre ellos de sus sueños. Los mantienen ocultos como una parte desconocida de su vida.

5 comentarios:

Ababol dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, y también hay personas que consideran sus sueños algo vergonzoso, y nunca se los cuentan a nadie, o los ocultan incluso a sí mismos y los entierran en un olvido tal vez inconsciente, pero voluntario... en fin, con lo hermoso que es compartir los sueños...

Pedro Valdés dijo...

lo malo no es que los niños no nos cuenten sus sueños, que si que lo hacen hasta que se sienten ridículos por nuestra culpa, por nuestra falta de atención y por nuestro menosprecio a lo que consideramos banales fantasías infantiles

Guilherme Friaça dijo...

pues mucha actividad onirica tuve esta noche...

José dijo...

ah! ¿y no nos la cuentas?

Anónimo dijo...

y no habéis leído y oído en artículos, libros y películas eso, que debe ser ya un cliché, de que no hay nada más aburrido que oír contar un sueño?