jueves, 14 de febrero de 2008

hay luna llena, un hombre camina por ella

Lloré sin consuelo cuando me dijeron que mi hermano había muerto en la guerra en Croacia. Veía su cadáver y un dolor hondo me hacía morir. Me quedé seco, como si de repente un acceso de fiebre me dejara sin lágrimas, sin saliva, los ojos secos, la piel muerta, arrugada. Me consumía, estaba acabado.

Mi padre había muerto tiempo atrás, ahora mi hermano.

Ya no quedan hombres en la familia aparte de mí. Estoy solo. Debo seguir viviendo en una familia de mujeres, la familia de mi madre y sus hijas y sus nietas. Sin mi hermano estoy agotado, la fuerza masculina de la familia es ya la mía.

Yo solo para compensar esa energía femenina -ya y siempre descompensada en mi casa- que ha vuelto locas a mis hermanas y a mi madre.

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