domingo, 10 de febrero de 2008

albert

Quizá fuese el Nuncio, pero como tal no lo recuerdo. Semejanzas hay, pero no tengo la sensación de que ese fuese el lugar.

Lo cierto es que era un día de sol de primavera y yo estaba en la barra del bar-restaurante pidiendo comida y bebida para la mesa donde estaban mis amigos. Llevaba y traía platos entre risas y bromas. Quizá estuviese por allí Satry, pero no lo recuerdo bien. Y si recuerdo a Pedro y a Toña.

Sucedió que, en una de las comandas que hice al camarero, pedí un plato para mi tía Ana -que ha fallecido hace menos de un mes- y cuando lo trajo, miré a mi derecha y muy separada de nsosotros, en una silla y frente a una mesa blancas, estaba mi tía sentada.

Tenía la cara de satisfacción que tuvo siempre. Con esa gran sonrisa que le hacía cerrar los ojos y, al acercarme a ella con su plato, sonrió. "Ay mi Josantonio", dijo. Me senté a su lado y comimos juntos. En su compañía me olvidé de mis amigos, no sentía la necesidad de acabar pronto y dejarla. Ya no estaba mi humor en la algarabía de la mesa de mis amigos.

Comiendo con Ana me sentía en paz y estando donde quería estar.

PD: A los Valverde. Tenía presente llamaros este fin de semana, pero estuve con Albert. Donde quise y debía estar.

4 comentarios:

Pedro Valdés dijo...

Tranki tron, y ¿qué tal?

José dijo...

estoy flotaaaaaaandoooooooo, fiiiuuuu

Guilherme Friaça dijo...

bendita flotación...que dure lo que tenga que durar.

José dijo...

santodiosdelcielo, ya era hora de que me moviera (el corazón, de mesa, de historia)