jueves, 15 de noviembre de 2007

for the masses

Estuve colocando las cajas de vino, cava y licores para llevarnos a la casa del pueblo para la fiesta y escuchando música de baile mientras tanto. Estaba contento y Kun, muy susceptible a la alegría, comenzó a mordisquearme los pies y a perseguirme por la casa.

De modo que me serví un Negroni y todo subió de intensidad, de modo que me serví otro y uno cortito después. Y me vestí y me bajé a un bar que está a dos minutos de mi casa en el que hay que entrar en calzoncillos (underwear, lo llaman ellos).

Eran poco más de las once de la noche y no había nadie excepto el camarero y el portero. Me pedí una cerveza y clavé los ojos en una pantalla gigante de videos porno. De ningún modo quería darme cuenta del ridículo que sentía allí sentado, en un bar vacío y en calzoncillos.

Me dije que en cuarenta y cinco minutos si no venía nadie me marchaba. Eso hice aunque hubo un encuentro satisfactorio con el camarero que no me apetece contar.

Y soñé con esta chica del otro grupo que es muy apocadita, la canaria. Estaba tumbada y yo a su lado, vestidos. Percibía su tensión al principio y cómo se relajaba después, lo mismo me sucedía a mí. Con gestos me indicó dónde debía estar mi mano y a qué ritmo moverse. Estaba cada vez más excitada mientras yo apenas sentía nada, más preocupado en hacerlo bien que en abandonarme al placer. En la pared de enfrente había una pantalla con videos porno en el que un tío le hacía un fisting muy extraño a otro. Con su mano le recorría la espalda debajo de la piel.

Me desperté con cabreo. ¿Cuándo dejaré de preocuparme por hacerlo bien y ocuparme de mi placer? Sigo pendiente de la audiencia

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