viernes, 21 de septiembre de 2007

sueño, luego existo

Prestamos muy poca atención mientras dormimos al pensamiento que se desenvuelve en nuestros sueños, sin embargo estamos cansados de repetir las mismas respuestas no válidas y desgastantes. Renunciamos a una fuente de extraordinaria riqueza en respuestas creativas y curativas.

Sueño a menudo con Londres, que es una ciudad que representa para mi una válvula de escape, y un lugar a la vez excitante y protector –allí está Manolo, que representa eso mismo para mí-. Es la tierra de las posibilidades, donde cualquier cosa puede ser. En mi fantasía, en Londres, soy un hombre nuevo.

Soñé que estaba en Londres, en Saint Martins in the Field y alrededores, cuando mi hermana Teresa y mi hermano se atrevieron a contarme la verdad: tenían una relación, eran novios. En contra de lo que se podía esperar, la noticia me dejaba un poco indiferente. Solo pensé que me tocaba adaptarme a la nueva situación y, como de pasada, pensé que deberían contárselo a mi cuñado.

Bajamos al metro que consistía en entrar por un agujero muy pequeño a fuerza de golpearse contra él. Los que estaban delante de mí se estrellaban al menos tres o cuatro veces, dolorosamente, antes de pasar. Vi la determinación de todos a hacer lo mismo y, con vergüenza, dije que yo no entraba.

Me armé de valor y volví a salir a la superficie, mis hermanos me acompañaban. Y salimos al Támesis. El día era precioso y tomamos una barca que nos llevó en un agradable viaje hasta donde ya no recuerdo.

2 comentarios:

Mano-Lin dijo...

A pesar de que lo que cuentas en este blog es muy real me resulta muy onirico y no lo digo por el sueno de la ultima entrada. Me encanta esta nueva entrega.
Mil beso Jose.
Te quiero

Desde el lejano Oriente,
Mano-Lin

Ababol dijo...

hum... estamos muy oníricos últimamente...

creo que hiciste bien no pasando por ese lugar en que todos se estrellaban