viernes, 25 de julio de 2008

el metro

Sin saberlo me he sentado enfrente. Junto a una chica que sí que llamó mi atención. Siempre que tengo oportunidad, procuro decidir junto a quién me siento en el metro.

No levanta su vista de un block de notas con un membrete amarillo en el que escribe. Afilo mi vista para ver mejor su letra que la encuentro un poco infantil. No une las letras, ninguna, como resistiéndose a formar palabras. Yo no puedo unir algunas consonantes. Una “s” y una “t” por ejemplo, nunca quieren ir juntas.

Me ha mirado, tiene los ojos como Saturno. Gris azulado y con anillos de color gris oscuro. Me olvido de todo. No puedo dejar de mirarle

Mi parada. Apenas un viaje de diez minutos.

En la calle, mientras cruzo Delicias, me asalta una sensación agradable, amorosa. El recuerdo de Enrique se ha apoderado de mí por un instante. Y lo dejo ir. Siempre visito los lugares en los que amé y tienen mi salvaguarda quienes me amaron.



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