miércoles, 26 de septiembre de 2007

pantalones mágicos

Es extraño haber soñado con mi tío Avelino de nuevo en tan poco tiempo. No recuerdo que me haya sucedido más de tres o cuatro veces en mi vida.

En mi sueño yo estaba en Río de Janeiro con mi socio. Río era muy parecido a Ávila y mi socio se transmutó en mi tío, que me llevó a su casa. Eran pobres, vivían todos en una habitación ocupada por colchones tirados en el suelo y sin sábanas. Sin embargo me ofrecían todo lo que tenían con agrado.

Mi prima me trajo un té caliente con tropezones de jamón cocido que me sabía a gloria y cuando fui a dejar el cuenco sobre la mesita vi un paquete de tabaco con el nombre de mi hotel y un slogan: “ACABARÉ TROPICAL”. Eso me recordó que yo estaba allí para trabajar y que tenía que volver al hotel.

En el camino me volví a despistar entrando en una tienda de chinos que tenían pantalones de deporte muy chulos. Había de todas clases, tallas y colores y no podía elegir ninguno. Mi sorpresa era que cuanto más tardaba en decidirme –y no me decidía nunca- menos pantalones había. Se esfumaban con el tiempo. Salí de la tienda muy enfadado porque al final solo había dos pantalones para elegir y ninguno de mi talla.

Al despertarme recordé que Avelino era también el nombre de mi primer amor, éste del que hablaba hace un par de días. También recordé la cara de Guilherme cuando me dijo una vez que no sabía estar –qué razón tiene, me cuesta mucho estar a una cosa: o de ocio o trabajando- y asocié los pantalones que desaparecían con los muchos contactos que hago con futuros ligues que se acaban esfumando porque no me decido.

De cómo, en ocasiones, afronto mal mis responsabilidades no hablo.

2 comentarios:

Guilherme Friaça dijo...

mira que por primera vez en mi vida he cogido diez de vacaciones solamente para dejarme estar. no hay planes, no hay viajes de por medio. estoy en mi casa, y estoy.

Ababol dijo...

Cuánto me gusta que nos cuentes tus sueños...
y las reflexiones a que te llevan

un beso