miércoles, 10 de noviembre de 2010

sol en noviembre


Está anocheciendo. Contemplo las nubes, diferentes tonalidades de gris sobre un azul leve del color de la ceniza, mientras escribo. El volumen de la música suaviza el silvido de la lavadora que se escucha como el de aquella vieja tetera que ponía al fuego para calentar el agua del té. El jazmín ha perdido el verdor del verano, lo veo tras el cristal de la ventana, y ahora se cimbrea con el viento. Las teclas, al sonar, parecen los cascos de un caballo. Siento la melancolía amarga del mi sempiterna afección hepática, a veces, nostálgia de los cardíacos, ayer mismo, lo recuerdo ahora, el desaliento de los afectos a las enfermedades respiratorias.

Este otoño me recuerda que empieza ahora el otoño de mi vida. Y lo escribo o-t-o-ñ-o, lo leo en voz alta, lo susurro, lo grito. Ya está en marcha la despedida de mi verano, aún me queda el veranillo ese que alegra el comienzo del otoño, pero ha llegado. Irremediablemente.

Tengo más de cuarenta años.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Es otoño.
El tiempo va pasando.
Y, parafraseándote, lo que pasa, conviene.
Y sin querer, te encuentro de nuevo.
Me alegro.
Besos, niño guapo.

Marita