lunes, 28 de diciembre de 2009

sinestesia

En estos días estoy tomando una decisión muy importante que cambiará, y mucho, mi vida. La novedad es que estoy mucho más tranquilo de lo que cabría esperar en mí. En verdad, es que estoy tranquilo. Solo hoy es cuando, prestando toda la atención que puedo a mis reacciones corporales –mi cuerpo, yo mismo, testigo tantas veces ignorado de lo que me sucede- siento que la piel se me eriza, que aprieto los dientes, que voy con mucha frecuencia al baño o que la emoción está muy viva.

En estos días han desaparecido por completo los sueños de peleas, de conflictos, de disputas, las voces altisonantes, las dificultades. Estoy teniendo sueños placenteros, agradables, emocionantes, alegres, jocosos. Y es una lástima que haya olvidado el sueño de anoche. Apenas recuerdo una imagen.

Me desperté con una sensación sinestésica. Percibía olores, música y voces, mi cuerpo se estremecía sintiendo mi piel acariciada…y recuerdo una sola imagen. En un momento de felicidad y de placer sublime yo miré hacia atrás y ví un campo precioso, todas las plantas y flores imaginables lo llenaban de color, de olores. El sol se ponía y las semillas de los dientes de león lo inundaban todo como polillas mágicas. En ese momento abandoné todo lo que estaba haciendo y dije: “esto es sublime, es el espectáculo más bello que nadie pueda ver jamás”.