martes, 11 de marzo de 2008

minerva

Bajaba de desayunar, mirando al mar con el primer sol de la mañana. Quién sabe lo que estuvo pensando, quizá estuvo recordando a su amor, como el día anterior.

Caminaba por el empedrado que separa la playa de las palmeras. La luz era ya muy intensa aunque no hiciese mucho calor. No le sorprendía no encontrarse con nadie. Caminaba tranquilo hacia su habitación, oliendo la brisa del mar.

Sin saber cómo ni de dónde, un gran búho real se le cruzó en el camino. Daba grandes saltos frente a él, mirándolo fíjamente. Se detuvo. Lo contempló tranquilamente por unos segundos cuando el gran pájaro extendió sus alas y tras batirlas con majestuosidad levantó el vuelo.


Nada más sucedió. No haciá falta más. Todo estaba dicho y bien entendido.